150 años del nacimiento de Daniel Alomía Robles. Mario Cerron Fetta

Al cumplirse el 150 aniversario del nacimiento de Daniel Alomía Robles, escuchemos la versión original, según la partitura de las 3 partes más conocidas de la zarzuela «El cóndor pasa…’

A continuación una nota biográfica.

Daniel Alomía Robles nació en la ciudad de Huánuco el 3 de enero de 1871 y falleció en Lima el 17 de julio de 1942. Sus padres fueron Marcial Alomía, ecuatoriano de posible origen francés y Micaela Robles, huanuqueña, de sangre india. Desde muy niño tuvo un acercamiento a la música. Su madre era devota de la Virgen de las Mercedes y llevaba al pequeño Daniel todos los días a la iglesia donde participó en los coros y aprendió a cantar los aires indígenas que tocaban las comparsas en las fiestas. Es de admirar su memoria musical, pues muchos años después escribió las partituras de los cánticos y la música de esas comparsas sin equivocarse en una sola nota. En los manuscritos de sus obras publicadas en 1990 hay muchas anotaciones en ese sentido.

Vivió en Huánuco hasta los doce años, y fue enviado por su madre a Lima, a la casa de su tío materno Manuel Robles, quien lo hizo estudiar en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, donde era profesor de artes plásticas, dibujo y pintura. Alternó sus estudios secundarios con éstas clases, que abandonó por su inclinación a la música y el canto. Posteriormente acudió como oyente libre a Universidad de San Marcos. Vivía en la calle Gallinacitos (actual calle de Lino Cornejo cruce con Azángaro), cerca de la mencionada Universidad y a tres cuadras del Teatro Politeama, que llamó su atención desde el primer momento dada su natural inclinación a la música. Logró conseguir trabajo de ayudante para repartir los programas de los espectáculos que allí se presentaban, participar en las comparsas y también trabajar como “enganchador”, obteniendo a cambio ser espectador de algunas obras y presentaciones. Se vinculó con artistas y trabajó como ayudante de escena. Esto le permitió ver óperas, operetas, conciertos, zarzuelas y demás actividades.

Al poco tiempo de estar en Lima, Manuel de la Cruz Panizo, negro liberto, compositor de música religiosa y organista en varias iglesias y monasterios, lo oyó cantar en la casa de su tío y le propuso enseñarle música a cambio de que lo ayude en la iglesia y que cante en el coro. Daniel tenía una hermosa voz de tenor, la cual se puede apreciar en tres grabaciones realizadas en 1921 para la disquera Victor, donde cantó con el seudónimo de Andrés R. López. Los discos fueron grabados en New York y llevan los títulos de “Si atendieras a los ruegos” Disco Victor Nº 7253-B, Hijo de suerte fatal” Disco Victor Nº 77481-B y “La Palomita” Disco Victor Nº 73638-B.

Panizo tenía en esa época varios cuerpos orquestales y mucho trabajo en las iglesias, El tenor francés Charles Morel trabaja para él. En una ocasión, tuvo un impase por exigir una mayor y caprichosa remuneración. Panizo no aceptó y puso en su lugar a Daniel Alomía, quien cantó y estuvo a la altura requerida. Durante el tiempo que estuvo con Panizo, adquirió una sólida formación musical en lo que se refiere a la lectura y escritura musical. Al poco tiempo de fallecer Panizo, fue alumno de Claudio Rebagliati, quien le dio clases a cambio de que lo ayude en sus conciertos.

En 1892 ingresó, como alumno libre, a la Universidad Mayor de San Marcos a estudiar medicina, carrera que abandonó a los tres años, pero quedó en él su interés por la medicina natural y folklórica. En una de sus estadías de vacaciones en Matucana, presenció un “hecho sorprendente” como él mismo relata: El sacristán de la Iglesia, que estaba atacado de Uta (una variante de la Lepra) que le había carcomido la oreja y una parte del rostro fue curado en poco días aplicándosele el jugo de una yerba oriunda de Chanchamayo, cuyo nombre, guardado en secreto, se negó a proporcionar el curandero. Con tal líquido que trajo a Lima, Alomía logró curar a personas que sufrían de llagas o heridas incurables. Maravillados por tal suceso Daniel y sus amigos decidieron viajar a Chanchamayo, a la vez que explorarían la región del río Ucayali. Partieron de Lima Osvaldo Luna, un tal Trujillo y Daniel, con dirección a Jauja, pasando por el convento de Santa Rosa de Ocopa y llegando a La Merced – Chanchamayo y finalmente al convento de San Luis de Shuaro, en donde se enfermaron Luna y Trujillo, quienes regresaron a Lima. El encargado del convento era el franciscano español José Gabriel Sala, sacerdote de amplia cultura (dominaba varias lenguas nativas, escribió libros, diccionarios y recopiló música) con quien trabó gran amistad. Daniel recibió de regalo las partituras de “Dos cantos campas” y el consejo de que lo suyo era dedicarse a la música y no a la medicina.

Al cabo de un tiempo regresó a Lima y volvió a viajar a Jauja por motivos de trabajo (1897-1900). Fue inspector de obras públicas en el Consejo Provincial de Jauja. En Tarma conoció a Sebastiana Godoy pianista cubana, hija del acaudalado banquero Joaquín Godoy fundador de la Bolsa de Valores de Lima, quien también tenía un hijo que era poeta. Se casaron el 19 de febrero de 1897. Su esposa fue una gran ayuda para Daniel, pues siempre lo estimuló y alentó. En 1898 fue subprefecto de Jauja, lugar donde captó y transcribió melodías, leyendas y costumbres. El sacerdote José María Dianderas le presentó, en el pueblo de Marco, al excombatiente de la guerra de Junín y Ayacucho José Mateo Sánchez, quien le enseñó el “Himno al Sol”, el cual después musicalizó.

De 1900 a 1910, solo interrumpido por un corto tiempo en el que ejerció la Alcaldía de Huacho, trabajó como agente de aduanas en el negocio de su suegro. En sus ratos libres se dedicaba a tocar valses modernos y también a recopilar música popular que recogía de los músicos callejeros o recibía de algunos amigos de provincias.

En 1909, a pedido de su esposa, Alomía Robles escribió la “Misa de Gloria” para las fiestas de la Virgen de las Mercedes y para su ejecución pidió a Claudio Rebagliati que dirija la orquesta. Como éste se encontraba enfermo no pudo hacerlo. Alomía recurrió entonces al músico español R. P. Alberto Villalba Muñoz. De esa manera empezó la amistad de Alomía con el agustino.

Un día de 1910 en que Robles almorzaba con el R. P. Allberto VilIalba Muñoz, el Dr. Carlos Wiesse, Javier Prado y Ugarteche y el Dr. Felipe Barreda y Laos, el religioso, recordando que Robles había viajado por la sierra, le preguntó cómo se podían distinguir las melodías coloniales de las aborígenes. Robles respondió que había recogido muchas y que reconocía las indígenas por la escala pentatónica. Entusiasmados, los comensales planearon un acto público para dar a conocer este “descubrimiento” y organizaron una conferencia literario musical que se realizó en la Universidad Mayor de San Marcos el 21 de febrero de ese año con asistencia del Presidente de la República. Abrió el acto el Decano de la Facultad de Letras, y el Dr. Carlos Wiesse habló en seguida sobre “La hipótesis del hombre autóctono americano”. Después el R. P. Villalba Muñoz desarrolló el tema “La técnica de la música incaica” y a continuación disertó sobre “La música indígena en sus relaciones con la literatura” el Dr. Felipe Barreda y Laos. Daniel Alomía Robles dirigió el coro y los solistas que ejecutaron música incaica, música colonial y música mestiza, según consta en el programa.

Alentado por el éxito de su primera presentación pública, comenzó a escribir “Illa Ccori”, una ópera “incaica” con libreto del agustino español Agustín Rubio y la concluyó poco después. A instancias del ministro argentino en el Perú Doctor García Mansilla viajó a Buenos Aires a fines de 1910. Llegó cuando ya había terminado la temporada artística, e intentó sin éxito el estreno de su ópera. Dio un concierto en el Teatro Odeón, con la orquesta que dirigía Ernesto Drangosch. Volvió al Perú y se reincorporó a sus anteriores tareas de oficinista en la empresa de su suegro.

En octubre de 1912 fue elegido Tesorero de la Asociación Pro-Indígena que tenía a Joaquín Capelo como Presidente y a Pedro S. Zulen como Secretario General.

En mayo de 1913 participó con éxito en una Matiné Musical en la legación de Francia en Lima. Su esposa ejecutó al piano parte de sus obras. En esa actuación conoció a los esposos D’Harcourt que más tarde escribirían La Musique des Incas et se survivances. Otro gran triunfo de Robles fue la musicalización del “boceto dramático” “El Cóndor pasa…” con libreto del periodista Julio Baudouin, estrenado en el Teatro Mazzi de Lima el 19 de diciembre de ese año. El éxito de “El Cóndor pasa” se truncó debido al golpe de estado que derrocó al presidente Billinghurst, el 4 de febrero de 1914.

Alomía Robles había hecho tratativas para obtener apoyo estatal para la recolección de la música popular peruana lo que se frustró debido a la situación política que se vivía. Eso y un escándalo comercial que envolvió a sus cuñados lo decidió a dejar la capital e iniciar un período de extensos viajes acompañado de su esposa y sus hijos. A fines de 1914 estuvo en Arequipa, en enero de 1915 en el Puno y luego en Bolivia. En abril de ese año llegó al Cuzco donde permaneció dos años. Durante ese tiempo sus hijos enfermaron llegando a fallecer los dos mayores. Se despidió del Cuzco en enero de 1917 recibiendo medallas y diplomas por su labor. En febrero de año, de regreso a Lima, participó en un homenaje al desaparecido poeta Leonidas Yerovi dirigiendo una orquesta formada por cincuenta maestros. Su esposa, al piano, también participó interpretando algunas de sus obras.

En agosto de 1917, junto con el poeta Enrique Bustamante y Ballivián inicia viaje hacia el Norte, actuando en la ciudad de Trujillo y Piura. En Paita se embarca hacia el Ecuador donde permanece los meses de setiembre y octubre de ese año. Sale en noviembre en viaje rumbo a Panamá y llega en diciembre a La Habana, ciudad natal de su esposa, satisfecho de los éxitos artísticos que había tenido en el curso de su viaje. Permaneció allí trabajando como Subgerente de los depósitos de Aduana hasta 1919, año en que decide viajar a los Estados Unidos. Llega a Nueva York en el vapor Mascotte, el 25 de mayo, acompañado de su esposa Sebastiana y sus hijos Sebastián y Mercedes. Contaba con 47 años de edad. A los dos años de su estadía fallece Sebastiana y contrae nupcias con su cuñada Carmela, con quien tuvo dos hijos: Armando (poeta, periodista y cineasta) y Mario.

Residió durante 14 años en los Estados Unidos de Norteamérica y su obra despertó el interés de muchas personalidades del mundo artístico y científico. Ayudado por su amigo, Mr. Peter H. Goldsmith, director de la división interamericana de la «American Association for International Conciliation», desarrolló una serie de actividades, propagando los valores arqueológicos y artísticos de su patria en todos sus aspectos; dictó más de 60 conferencias en las Universidades y Colegios norteamericanos bajo los auspicios de la Dotación Carnegie. Fue tal su éxito tratando temas de la civilización de los Incas, su arqueología, música, leyendas, etc. que fue llamado “uno de los más grandes músicos contemporáneos hispanoamericanos”. En Washington obtuvo un tercer premio entre tres mil músicos concurrentes de todo el mundo. El presidente Harding decidió poner en escena la ópera “Illa Ccori” para celebrar la apertura del canal de Panamá, lo cual se frustró por el inicio de la guerra mundial del 14 y luego se canceló definitivamente tal celebración. Al solicitar a los gobiernos de América Latina qué músico podría hacerse cargo de la ópera Brasil recomendó a Villalobos, Argentina, Chile, Bolivia, y Cuba recomendaron al músico peruano Daniel Alomía Robles y el gobierno del Perú propuso a Valle Riestra Corbacho.

En New York  las disqueras Brunswick y Victor grabaron parte de su obra musical. Alomía declaró que en la “Victor grabó 34 melodías y en la Brunswick 64” Formó y dirigió “La Orquesta Peruana de Robles” con la que hizo parte de las grabaciones. La Banda de la Marina Americana dirigida por Charles Benter grabó “El Cóndor pasa”. La famosa Banda de Edwin Franko Goldman organizó “La noche peruana” en la que interpretó sus obras y las incorporó a su repertorio.

Alomía en todos los censos de población habidos durante su residencia en los Estados Unidos, a la pregunta ¿Cuál era su profesión? respondió siempre que era Músico. Invitado por un millonario yanqui, en 1928, visitó Francia, Inglaterra, Alemania, y España, haciendo conocer su producción.

La crisis económica de los años treinta lo afecta y lo pone en dificultades para sobrevivir. Organiza un negocio familiar de elaboración y venta de flores artificiales y, el 3 de mayo 1933 cede sus derechos de autor de “El Cóndor pasa: Inca dance” a la Edward B. Marks music corp.

Regresó al Perú en agosto de 1933 y el 13 de diciembre ofreció un Concierto de gala en el Teatro Municipal. El éxito de ese concierto no fue el que él esperaba. Deseoso de publicar su obra, recurrió al Congreso Nacional y a muchas otras instancias, no lo consiguió, como tampoco lo pudo hacer su esposa. Como muy bien lo expresa Holzmann “La indiferencia limeña por su obra no había desaparecido a pesar de éxitos conseguidos en los países extranjeros que honraban al Perú y que la prensa comentaba a toda plana”.

En enero de 1935 participó como jurado en el gran Concurso de Música y Bailes Nacionales con motivo del cuarto centenario de la fundación de Lima. A partir de ese año comenzaron a manifestarse en él los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson.

En 1939, a los 68 años, fue nombrado jefe de la sección Bellas Artes del Ministerio de Educación Pública, cargo que quedó suprimido por una reforma en el año 1941. Los estrenos de algunos de sus poemas sinfónicos por la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección de su director permanente, maestro Theo Buchwald, en 1939 y 1940, fueron los últimos momentos felices para el músico. En 1942, a los 71 años, fue encargado, junto con Theodoro Valcárcel, para la organización de un gabinete de investigación de música nativa en el Instituto de Arte peruano que funciona anexo al Museo Nacional pero ya no tenía fuerzas para ocupar ese puesto. Falleció el 17 de julio de1942.

En 1990 gracias al esfuerzo de su hijo Armando Robles Godoy y la ayuda del Dr. Carlos del Río, director del CONCYTEC, se publican en tres tomos “La Obra Folklórica y Musical de Daniel Alomía Robles”, con más de 1,050 obras entre recopilaciones, romanzas, arreglos, musicalizaciones, banda sonora, himnos, valses, fox trots, tangos, etc.

OBRAS

Rodolfo Holzmann, en 1944, hizo el catálogo de la obra musical de Daniel Alomía Robles dividiéndolo en tres partes: a) la «Colección Folklórica», b) los arreglos para diversos conjuntos de melodías tomadas de esa colección; y c) las composiciones, sin uso de material folklórico.

LA COLECCIÓN FOLKLÓRICA, fruto de sus vivencias de niño y de sus viajes por el Perú y parte de Bolivia, consta de 650 aires tomados de los pueblos indígenas, agrupándose estos en melodías de procedencia incaica, colonial y contemporánea. Están clasificadas estas melodías, según su carácter, en Himnos, Danzas, Pastoriles, Huayños, Kashuas, Yaravíes, Cantos religiosos y fúnebres, etc.; contiene la colección, fuera de los versos correspondientes-a dichas melodías, además varios apuntes descriptivos de las fiestas y costumbres indígenas y muchas tradiciones.

LAS ARMONIZACIONES. Alomía Robles escogió de su colección folklórica las melodías más bellas, armonizándolas para piano, canto y piano, violín y piano o pequeña orquesta para darlas a conocer en esta forma al público; escogiendo de la cantidad enorme de los manuscritos las más características y conocidas, numerosos harahuis, pastoriles, huayños, kashuas, danzas y canciones populares. Entre ellas están la «Danza Huanca», su célebre «Himno al Sol» y de varios de los famosos «Yaravíes» del poeta arequipeño Melgar, “Amanecer Andino” “El indio” y “Resurgimiento en los Andes”.

LAS COMPOSICIONES. Alomía Robles compuso 35 canciones o romanzas, sobre versos de varios poetas europeos y latinoamericanos, la ópera “Illa Ccori”, la música para la zarzuela «El cóndor pasa», del escritor peruano Julio Baudouin, y para la opereta «Álcedo», del conocido escritor peruano Abelardo M. Gamarra («El Tunante»).

EL CÓNDOR PASA…

La obra más conocida y difundida de Daniel Alomía Robles a nivel mundial son las tres partes musicales (de un total de siete) de la obra dramática o zarzuela peruana “El cóndor pasa…!

En 1913 se estrenó con gran éxito en el Teatro Mazzi y a llenos totales durante las funciones llevadas a cabo. Tuvo tal éxito que la prensa y la gente pedía sea llevada al Teatro Municipal. Fue puesta en escena por la compañía del español Juan Zapater y otras compañías, unas 50 veces,( no 3,000 como se asegura).

El musicólogo Luis Salazar Mejía el año 2012 me propuso, para el centenario, la reconstrucción histórica de esta obra, la cual se llevó a cabo en el teatro de la Universidad de Ingeniería.

El maestro Salazar logró encontrar el libreto original encuadernado después de la obra “Los niños faites” de Julio de la Paz (Julio Baudouin). Se reconstruyó la música a partir del manuscrito publicado en “La obra folklórica…” y que pudo ser comparado por breves minutos con el manuscrito original que la Universidad Católica del Perú tiene en custodia (tiene anotaciones a los extremos que no se pueden ver en la copia facsimilar). Contamos con la ayuda del musicólogo suizo Claude Ferrer, el músico Daniel Dorival y el mismo maestro Salazar. Nos fue negado el Teatro Nacional, no contamos con ninguna ayuda pública ni privada. Se reeditó el libreto con un CD con los diálogos y la música reconstruida. Los diálogos fueron grabados por el grupo Universitario de San Marcos y Pucayacu Agua Roja Teatro. Las grabaciones musicales fueron realizadas con músicos del Conservatorio (hoy Universidad Nacional de Música). Las voces líricas fueron proporcionadas por el grupo José Mojica, bajo la dirección del maestro Humberto Zavalaga. Laos estudios de grabación fueron “Amigos” y “Orozco”. La digitalización fue realizada por el maestro Mario Orozco Cáceres y Luis Salazar Mejía. La puesta en escena corrió a cargo del maestro Augusto Cáceres y la dirección de orquesta a cargo del maestro Wilfredo Tarazona .La producción y dirección general estuvo a cargo Mario Cerrón Fetta.

Como se puede ver, en la época del maestro Daniel Alomía Robles, la peruanidad fue rechazada por el “establishment”, pero a pesar de todo logramos realizarla.

Como en muchas obras de corte lírico, los autores de los libretos han sido olvidados, y lo que “sobrevivió” o quedó en el recuerdo fue la música.

Julio De la Paz.

Aunque en su época fue reconocido como uno de los más talentosos periodistas y literatos, a Julio Baudouin quien escribía con el seudónimo de Julio de La Paz, se le ha condenado al olvido. Sólo unas pocas líneas hacen referencia a su vida y su obra. Julio Baudouin es el autor del libreto de «El cóndor pasa..». Hay fechas imprecisas sobre la fecha de su nacimiento, las que más se acercan son el 23 o 26 de Mayo de 1886 ó 1888. Sus padres fueron Julio Baudouin Routanye (ciudadano francés) y su madre Constancia Paz y Nieto (peruana). Viajó muy joven a la Argentina, en 1904, aunque en la versión de Tauro del Pino se afirma que viajó en 1907, a los 19 años. Allí estudió y comenzó su labor como periodista, trabajando en varias revistas, entre ellas PBT. Después de recorrer algunos países de América en misión periodística, regresó al Perú a fines de 1912. Entró a trabajar al diario «La Nación», desde donde se dedicó a escribir artículos defendiendo los derechos de los trabajadores e indígenas. Se dice que pasó varias temporadas en Cerro de Pasco, donde vio la dolorosa situación de los trabajadores mineros, sometidos al oprobioso sistema del enganche, por ello escribió varios artículos de denuncia. Esta sensibilidad social repercutió por ejemplo en la nota que el tipógrafo Juan Mansilla Flores escribió con motivo de su fallecimiento: «Como periodista de fuste, se dio a conocer en muchas oportunidades defendiendo a la clase obrera, por lo que le debemos gratitud inmensa» (columna Vida Obrera del diario La Crónica, 24.04.1925). Como dramaturgo, definitivamente «El cóndor pasa…» es su obra de mayor trascendencia, cuya música realizada por Daniel Alomía Robles quedó como único testimonio de esta magnífica obra. Su encuentro con Alomía se dio en la Asociación Pro-Indígena, dada la sensibilidad de ambos repecto a la situación de los trabajadores y el oprobioso sistema que se imponía contra los peruanos que poblaban los andes peruanos. Daniel fue integrante de la comisión de tesorería de dicha asociación. Julio también escribió «Cuentos de Callejón»(cuento), «Del alma limeña»(novela), «La Cosecha»(obra teatral), «Lo que se pesca»(obra teatral)»Su majestad el billete»(obra teatral),»Las tapadas»(obra teatral), en colaboración con José Carlos Mariátegui, «La mala fama»(obra teatral),»Los niños faites»(obra teatral). Más allá de las vicisitudes y popularidad alcanzada por «El cóndor pasa…»los críticos de la época consideraron como obra cumbre de Baudouin «Sueño de Opio o El peligro asiático». Por ejemplo Juan Mansilla Flores escribió: «Pero donde se nos rebeló con más intensidad, a nuestro juicio (la genialidad de Baudouin), fue en su obra maestra «Sueño de Opio o El peligro asiático» donde nos pintó en vivísimos colores un prólogo que es una sentencia para todos nosotros y que es toda una profecía- El Perú del futuro-completamente entregado al asiaticismo». Se estrenó en el Colón. (La crónica 23.04.1925). Otras obras que se han podido ubicar son:»La corte del Sol»(obra teatral),»El café de los Apaches»(obra teatral),»El diablo ciego»(novela inédita),»Cara de cobre»(novela inédita) y el drama en tres actos escrito en colaboración con el periodista argentino N. Brunner «El dragón de oro». El 24 de Agosto de 1918 se ofreció una cena de agasajo a Baudouin. Viajó a Europa en 1922, para realizar entrevistas y reportajes para «Atlántida» que se reprodujeron en la limeña «Variedades». Retornó a Buenos Aires, donde falleció súbitamente el 17 de Abril de 1925. Ese mismo día llegó al diario «El Comercio», un cable enviado por el periodista peruano Jorge Adrianzén Díaz, que fue publicado en la edición de la tarde: «Ha muerto Julio de La Paz. Sentidas necrologías en los diarios argentinos» .Buenos Aires 17 de Abril-El Comercio-Lima. A la una y treinta minutos de la mañana de hoy falleció, repentinamente, el periodista peruano, señor Julio de La Paz. Anoche asistió conmigo al match de box entre Icochea y Reverberi, habiéndonos separado al finalizar el espectáculo. Me ha contado la viuda Estrella Corrales de Paz, que su esposo llegó a la casa a la una y veinte minutos, se acostó y pidió que le frotara la espalda con alcohol. En los momentos que lo hacía, Julio se incorporó y al hacerlo se desplomó en el lecho, falleciendo instantáneamente. Se presume que Julio, tomó alimentos que lo envenenaron. La asistencia pública retiró el cadáver y lo condujo a la morgue, para hacerle la autopsia. El sepelio se realizará mañana. Los diarios le dedican sentidos artículos necrológicos, ilustrados con su retrato. Entre los elementos de la colonia peruana, la muerte repentina y prematura del periodista, dramaturgo y crítico teatral, ha producido gran sentimiento.

EL CÓNDOR PASA – Argumento

Cuadro primero

Comienza la primera escena con el Preludio. Aún no amanece y los mineros del Yápac se dirigen a sus labores. Un coro de hombres interpreta una canción lastimera (En la nieve de las cumbres…). Termina el canto y algunos mineros se rezagan al oír la quena del pastor, con admiración lo ven perderse entre las nubes que rodean las cumbres y envidian su libertad. Frank es un joven minero hijo de María, esposa del capataz Higinio, que no acepta los abusos a los que los que él y sus compañeros son sometido por parte de los dueños de la mina. “Algo me dice que la vida no es así”, piensa. Sin embargo otros mineros lo tildan de ingrato y traidor.

En la segunda escena Ruperto juega a perseguir a Juanacha, (dos pastores) pues se van a casar y aparecen en escena. Al final de la escena todos se van salvo Frank, quien interpreta un yaraví melancólico reflexionando sobre su identidad, su apariencia (tiene el cabello rubio) y sus sentimientos (Pobre alma prisionera…).

En la tercera escena entran Mr. King y Mr. Cup conversando y divisan a Frank sentado en una peña fuera del socavón. Mr. King interpela a Frank y le hace entrar a la mina tras un breve altercado. Mr. King y Cup continúan su diálogo.

En la cuarta escena, Mr. King hace salir del socavón a los cuatro mineros mediante disparos. Pregunta brevemente por el avance y les hace regresar. Crece la tensión entre Frank y Mr. King. Entra María a escena agitada por el camino, trayendo licor para Mr. King. Hablan sobre Frank y María busca interceder por su hijo. Se revela que Mr. King es el padre biológico de Frank. Cantan juntos María y Mr. King (Perdónalo, taita…) y finalmente Mr. King accede a no escarmentar al muchacho, convencido por la pasión que siente por María. Se van juntos, luego Higinio sale del socavón, rabioso reconoce su encono hacia los patrones y urde su venganza.

Cuadro segundo

En las afueras de la mina, se celebra un baile en honor a la boda de Ruperto y Juanacha a realizarse en el pueblo, suena una cachua. Durante la celebración el cielo se oscurece; pronto empezará una tormenta y los jóvenes no podrán llegar al pueblo para su matrimonio.

Todos ruegan a la virgen cantando (Dulce reina de las cumbres…) y milagrosamente el sol vuelve a brillar; novios y amigos parten danzando rumbo al pueblo, excepto los mineros que no pueden dejar el trabajo (Pasacalle).

En la fiesta Mr. King ha bebido demasiado y maltrata cruelmente a Higinio. El marido burlado sigue al yanqui cuando este se retira y al llegar a una quebrada hace rodar una enorme roca sobre él. Mr. King muere aplastado. Un pastor ha sido testigo del horrible homicidio y lo cuenta a los otros mineros. Higinio lo admite todo, María llora desconsolada por la muerte de su amante y los mineros asustados por las represalias temen por sus vidas. El otro dueño de la mina, Mr. Cup, llega revolver en mano buscando al asesino, Frank se le enfrenta defendiendo a Higinio y sus compañeros, y le da muerte. Ante estos hechos todos se llenan de horror. La aparición de un cóndor, el primero después de muchos años, es vista como el presagio de una nueva vida de libertad y les llena de esperanza. “Todos somos cóndores”, gritan con alegría los mineros.

Números musicales

La obra incluye siete piezas musicales, cuatro de ellas cantadas y tres instrumentales. Las melodías más conocidas corresponden a las dos instrumentales del cuadro segundo, interpretadas en su primera escena: la Kashua (danza similar al huaino) del baile de bodas, y un pasacalle que sigue tras la plegaria a la Virgen

Cuadro primero

Preludio

Coro de hombres (En la nieve de las cumbres…)

Yaraví de Frank (Pobre alma prisionera…)

Dúo de María y Mr. King (Perdónalo taita…)

Cuadro segundo

Baile (cashua)

Plegaria a la Virgen (Dulce reina de las cumbres…)

Pasacalle

Notas al margen:

La primera grabación de “El Cóndor pasa” fue realizada por “La orquesta del Zoológico” el 27 de Agosto de 1917. La única versión original de la zarzuela ha sido reconstruida y registrada el año 2013 por la asociación Colectivo Cultural Centenario El Cóndor Pasa. Las piezas han sido escritas para orquesta y no para instrumentos andinos. Las partes más famosas como el preludio, el pasacalle y la cachua han sido adaptadas del arreglo de piano que Daniel Alomía Robles vendió a Edward B. Marks Music Corp. en 1933, en Nueva York. Estos están exentos de la cuota de cualquier pago de derechos de autor, debido al tiempo transcurrido. El pasacalle y la cachua han sido ampliamente grabados y difundidos, y en algunos casos se han añadido letras (todas ellas deben ser consideradas apócrifas) y generalmente se han cambiado sus ritmos e instrumentaciones.

“El Cóndor pasa” no viaja en el disco de oro de la sonda espacial Voyager. Lo que sí es cierto es que van dos temas peruanos. Uno en el track 17 de nombre “Panpipes and drum song” (Canción de flauta de pan y tambor *traducción literal*, pero son roncadoras, y tambor) y otro en el track 27 que tiene el título de “Wedding song” (Canción de boda), que fue una grabación de campo hecha por Josafat Roel Pineda, según testimonio de su hijo dado al musicólogo Luis Salazar Mejía. Otra versión, de Isaac Manrique, asegura que esa canción (Wedding song), fue grabada en discos comerciales y era popular en Huancavelica en los años 60s. En 1964 fue grabada por la antropóloga del cuerpo de paz Karen Bundy a una jovencita y que fue entregada a John Cohen quien fue el productor que publicó en 1666 para el Instituto Smithsoniano, el disco tiene por nombre «Mountain Music of Perú».

Circulan diferentes versiones afirmando que la melodía de “El Cóndor pasa” es del folklore peruano o boliviano. Otra versión que circula es que el tema musical principal tiene como base el yaraví “Soy la paloma que el nido perdió”. El musicólogo Luis Salazar Mejía ha demostrado que esto es falso.

El músico argentino Jorge Milchberg hizo una versión de “El Cóndor pasa” que grabó con su conjunto Los Incas agregando dos notas a la melodía del pasacalle. Registró su arreglo del tema en 1964. En los créditos figuraban como autores Milchberg / Robles y como poseedores del copyright, Milchberg – E. B.Marks.

En 1965, el músico estadounidense Paul Simon escuchó por primera vez la versión de la melodía del conjunto Los Incas en una actuación que tuvo lugar en el Théâtre de l’Est parisien en la que ambos participaron. Simon pide permiso para usarlo en su producción, a lo que le responden que es una melodía popular del siglo XVII con arreglos de Jorge Milchberg (El Inca).

En 1970, el dueto de Simon & Garfunkel grabó la versión de Los Incas, añadiendo letras en inglés escritas por Simon bajo el nombre de El Cóndor Pasa incluido en el álbum Bridge over Troubled Water. Esta versión alcanzó gran fama internacional. Daniel Alomía Robles no figuraba en los créditos como autor, ya que se consideraba como una melodía folclórica andina, Simon fue incluido como autor de las letras. La editorial Edward B. Music y Armando Robles Godoy, hijo del compositor peruano, entablaron una demanda contra Simon, la cual se arregló extrajudicialmente, pues este argumentó que había sido sorprendido por Milchberg.

Más tarde ese año, Perry Como lanzó una versión de la versión en inglés de Paul Simon en su álbum It’s Impossible, mientras que Julie Felix tuvo un éxito en el Top 20 del Reino Unido, aprovechando la decisión de Simon & Garfunkel de no lanzar su versión como un single del Reino Unido.

Armando Robles Godoy posteriormente escribió nuevas letras en español para la canción, tomando la versión de Paul Simon como referencia.

No fue escrita para instrumentos andinos, sino para orquesta de cámara.

Existen más de 4000 versiones y más de 300 letras.

“El Cóndor pasa” fue declarado “Patrimonio Cultural de la Nación” el 18 de abril del 2004, por el Instituto Nacional de Cultura. Asimismo fue declarado de interés cultural toda la obra de Daniel Alomía Robles. Es el tema peruano más reconocido y tocado a nivel mundial.

Acabaremos con esta declaración del mismo autor.

«En Nueva York, hace doce años que la popularidad de “El cóndor pasa…” está latente y a mí, más me conocían por el autor de esta pieza musical que por mi propio nombre. Aquella música ha merecido todos los honores y yo la escribí en una época muy difícil de mi vida, tuvo mucho de mi dolor, frente a la vida; pero no pensé que llegaría a adentrarse tanto en el alma del pueblo (La Crónica 12.12. 1933 p.4).» Escrito por Mario Cerrón Fetta. Agradecimiento al musicólogo Luis Alberto Salazar Mejía

Bibliografía:

Robles Godoy, Armando (1990) La obra folklórica y musical de Daniel Alomía Robles. Lima: CONCYTEC

Varallanos, José (1988) El cóndor pasa: Vida y obra de Daniel Alomía Robles. Lima: Talleres Gráficos.

Salazar Mejía, Luis (2013). “El misterio del cóndor: Memoria e historia de “El cóndor pasa…”. Lima: Taki Onqoy.

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